Beevor, A.: Stalingrado.



Con una excelente documentación y con cientos de relatos de personas de ambos bandos, el autor explica con detalle como sucedió la batalla más sangrienta de la historia. El hecho sucedió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler decide lo que se denominó Operación Barbarroja. En junio de 1941 casi cuatro millones de soldados de las tropas del Eje, invadieron la Unión Soviética. Las tropas se dirigieron hacia tres objetivos: Leningrado (antes San Petersburgo) en el norte, Moscú en el centro y Stalingrado en el sur. Si llegar a la capital era importante, más lo era llegar al Mar Negro de tal forma que Alemania se pudiera abastecer del trigo de Ucrania y del petróleo de la zona. El éxito alemán inicial es arrollador, pero Rusia es gigantesca y el abastecimiento cada vez es más complejo pues Stalin ha ordenado una política de tierra quemada; con ya le ocurriera a Napoleón antes será el general invierno uno de los mayores enemigos de las tropas alemanas. La crueldad por ambas parte es brutal, ni Hitler ni Stalin escatiman vidas humanas para lograr su objetivo, de tal forma que serán varios millones los muertos a consecuencia de este enfrentamiento. La obstinación de Hitler para que sus tropas no retrocedan y la creciente industria de guerra rusa llevarán a que el invierno de 1942 a 1943 resulte cruel para millones de personas. Si por una parte la temible aviación alemana había facilitado el avance de las tropas, la construcción masiva del carro de combate T-34 por parte de Rusia le dará una fuerza militar superior a la alemana. Lo más pavoroso es la dureza de la lucha en ambos bandos. En condiciones humanas muy duras, por el frío, el hambre el cansancio, la posibilidad de ser ejecutado por traidor o la lucha a muerte en ambas orillas del Volga, el combate casa por casa en la ciudad de Stalingrado lleva a que el balance final de la batalla, en febrero de 1943 cuando las tropas alemanas que quedan dirigidas por von Paulus ser rindan al ejército soviético serán seres esqueléticos quienes se rindan y quienes reciban las armas de los vencidos. Beever describe con gran realismo la batalla. Es tan exhaustivo su relato que vale la pena hacerlo despacio para no cansarse ante el relato de una batalla que pasará a la historia por ser la más sangrienta y una de las que decidió que la balanza se decantara hacia las tropas aliadas que luchaban contra el Eje. En febrero de 1943 los militares más conspicuos saben que Alemania será derrotada; sólo la obstinación de Hitler y la decidida voluntad de Stalin para aprovechar la posible a la aniquilación del ejército alemán será la causa de la prolongación de una guerra cuyo final solo era cuestión de tiempo.

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