Bannalec, Jean L.: Muerte en las islas.



Relato protagonizado por el comisario Dupin, un parisino residente en Bretaña; en esta zona, aunque se lleven años viviendo, Dupin será siempre el parisino. El entorno emocional de la escasa población que vive en unas islas próximas, el archipiélago Glenan, así como la ambientación geográfica son excelentes. A esas islas acude el comisario cuando se encuentren tres cadáveres en una de las islas. Son tres varones de mediana edad, con heridas externas que bien pueden ser las producidas por las rocas al llevar los cadáveres hasta la orilla. Paso a paso, en una investigación exhaustiva, Dupin y su equipo, bajo la presión del prefecto de policía de quien dependen, reconstruirán donde fue la muerte de los tres cadáveres; el análisis químico detecta la ingesta de un producto que unido al alcohol, produce una grave desorientación, lo que explicaría que el yate que pilotaba un experto marino pudiera hundirse en una zona rocosa en medio de una tormenta, del tipo de las que se dan allí: violenta y breve. La investigación es detallada; aunque son pocos los habitantes de las islas, no hablan más de lo imprescindible. El conocimiento mutuo que tienen entre ellos proviene de muchos años atrás y hay viejas historias que no salen a la luz pero cuya memoria sigue viva. Manifestaciones de interés ecológico, existencia real de barcos hundidos cargados con metales preciosos, corrupción urbanística y un complejo entreverado que complica la investigación. Dupin tiene rasgos que suponen un guiño a Mairet y a otros famosos relatos policiacos. La lectura es amena y junto a rasgos comunes a otros escritores del género, aquí se plantea un dilema final con un componte ético. Quizá la ley y la justicia no van siempre de la mano, pero quizá un ciudadano no debe tomar decisiones serias guiado sólo por sus deducciones. Destaca junto al relato la estupenda ambientación que el autor realiza.

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