Azevedo, Hugo de: Misión cumplida. Álvaro del Portillo.




La expresión que da título al libro pudiera ser sustituida por otra similar: hasta sus últimas consecuencias. Álvaro de Portillo supo conjugar en su carácter la sencillez y la fortaleza, para hacer siempre lo que Dios esperaba de él, por medio ordinariamente de san Josemaría de quien fue colaborador fiel y luego sucesor en el Opus Dei. Había nacido en 1914 en una familia de clase media; destacó por sus buenos resultados escolares y la serenidad que desde joven manifestó. Conoció al fundador del Opus Dei cuando estudiaba la carrera de ingeniero, estudios que tuvo que suspender por la guerra civil española. (1936-1939) Esos años le permitieron una convivencia más intensa con el fundador del Opus Dei, institución a la que pertenecía desde hacía poco tiempo. Al terminar la guerra, se convirtió en el colaborador más cercano a san Josemaría y firme apoyo para el reconocimiento jurídico, la labor apostólica, etc. Participó activamente en el concilio Vaticano II y sucedió a san Josemaría al frente del Opus Dei en 1975. Participó activamente en la configuración jurídica como Prelatura personal, siempre fiel al Fundador. Falleció en 1994 al regreso de un viaje a Tierra santa, recién cumplidos 80 años. Si algo destaca en su vida es la fidelidad, la disponibilidad plena para hacer lo que ante Dios consideraba que era su deber. Supo armonizar facetas supuestamente antagónicas; una gran bondad y una gigantesca fortaleza. Su mirada era cariñosa y atenta y quienes hemos podido estar con él así lo hemos percibido. El autor, sacerdote portugués, conoció a san Josemaría y a Álvaro del Portillo y es sacerdote desde agosto de 1955, ha vivido estos años en Lisboa donde pudo vivir en primera persona algunos detalles que comenta. El libro está bien documentado y sabe aunar la fecha exacta con el calor de quien ha conocido y convivido con el biografiado.

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